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La Buenos Aires de 1773 según Concolorcorvo

Plano de Buenos Aires siglo XVIII¿Por qué en Buenos Aires siguen existiendo calles angostas, cortas y entrecruzadas como si fueran cuadrículas? Esto que puede resultar una pregunta simple es un buen ejercicio del uso de la comparación en Historia. Sin dudas, gran parte del diseño de las calles de Buenos Aires sigue manteniendo estilos arquitectónicos del pasado, en lo que se conoce como damero: la diagramación de los edificios en manzanas cuadriculares y rectangulares, casi iguales, solo discontinuadas por la presencia de una plaza central (o secundarias, según el tipo de damero). ¿Nunca nos llamó la atención esto? ¿Por qué alrededor de una plaza solemos ver edificios de relativa importancia para la sociedad (ej. edificios gubernamentales, religiosos, comerciales, militares o de policía, etc.)? Esto no es casual, ya que la plaza representaba para el imaginario hispano de la época el centro de la sociedad.

Por eso, además de la imágenes, un testimonio de la época nos puede servir para establecer las semejanzas y diferencias entre la ciudad tal como la percibimos ahora, y cómo lo hacían las personas en el pasado. En este caso se puede utilizar la descripción urbanística que escribió Carlos Calixto Bustamante Inca (de seudónimo Concolorcorvo) sobre la Buenos Aires del 1773, cuando todavía formaba parte del Virreinato del Perú. El extracto pertenece a una obra firmada como «El lazarillo de ciegos caminantes. Desde Buenos Aires hasta Lima, 1773», e inspirada en las memorias de Alonso Carrió de la Vandera, un funcionario español que tenía el cargo de Visitador de Correos y que tuvo que cubrir el trayecto de Buenos Aires a Lima. Sin texto introductorio, los dejo con la fuente:

“…Esta ciudad está bien situada y delineada a la moderna, dividida en cuadras iguales y sus calles de igual y regular ancho, pero se hace intransitable a pie en tiempo de aguas, porque las grandes carretas que conducen los bastimentos y otros materiales, hacen unas excavaciones en medio de ellas en que se atascan hasta los caballos e impiden el tránsito a los de a pie, principalmente el de una cuadra a otra, obligando a retroceder a la gente, y muchas veces a quedarse sin misa cuando se ven precisados a atravesar la calle.

Los vecinos que no habían fabricado en la primitiva y que tenían solares o los compraron posteriormente, fabricaron las casas con una elevación de más de una vara y las fueron cercando con unos pretiles de vara y media, por donde pasa la gente con bastante comodidad y con grave perjuicio de las casas antiguas, porque inclinándose a ellas el trajín de carretas y caballos, les imposibilita muchas veces la salida, y si las lluvias son copiosas se inundan sus casas y la mayor parte de las piezas se hacen inhabitables, defecto casi incorregible.

La plaza es imperfecta y sólo la acera del cabildo tiene portales. En ella está la cárcel y oficios de escribanos y el alguacil mayor vive en los altos. (…) Todo el fuerte está rodeado de un foso bien profundo y se entra en él por puentes levadizos. La casa es fuerte y grande, y en su patio principal están las cajas reales. Por la parte del río tienen sus paredes una elevación grande, para igualar el piso con el barranco que defiende al río. La catedral es actualmente una capilla bien estrecha. Se está haciendo un templo muy grande y fuerte, y aunque se consiga su conclusión, no creo verán los nacidos el adorno correspondiente, porque el obispado es pobre y las canonjías no pasan de un mil pesos, como el mayor de los curatos. Las demás iglesias y monasterios tienen una decencia muy común y ordinaria. Hay muy buenos caudales de comerciantes, y aun en las calles más remotas se ven tiendas de ropas, que creo que habrá cuatro veces más que en Lima, pero todas ellas no importan tanto como cuatro de las mayores de esta ciudad, porque los comerciantes gruesos tienen sus almacenes, con que proveen a todo el Tucumán y algo más (…)”

Contenidos que se pueden trabajar con estudiantes si eres docente: Diseño de damero, importancia de la plaza para la cosmovisión hispana, la higiene en la época del virreinato, casas y arquitectura colonial.

Bibliografía:

– Bustamante Inca, Carlos Calixto: “El lazarillo de ciegos caminantes. Desde Buenos Aires hasta Lima, 1773”, Stockcero, 2005. (Más Info)
«Plano de la Ciudad de Buenos Aires de fines del Siglo XVIII.» Mapa. Euskonews & Media. Visto el 30-12-2007.
<http://www.euskonews.com/0333zbk/kosmo33301.html>

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El Sitio Historia Internet

Planeta Historia en Revista Ñ

Pequeña delicia de fin de año (además de las fiestas y el relajo de las vacaciones) fue cuando recibí ayer a la mañana el mail de una profesora del Instituto 42, Mónica Parada, contándome que en la Revista Ñ (suplemento de Cultura del diario Clarín) del 15/12 apareció una breve reseña sobre Planeta Historia; uno de los proyectos web que llevo adelante hace dos años.

Planeta Historia en Revista Ñ

Imagínense lo contento que uno se pone cuando pasan estas cosas. Planeta Historia ya había sido reseñado en el pasado, pero siempre a través de otros sitios webs: Desde la difusión a través de más de 50 blogs que colaboran con el sitio, hasta otros internautas que ven interesante el proyecto y nos publicitan en sus sitios. Sin duda, sin ellos no hubiera sido posible esta reseña en papel.

Aprovecho para dejarles un cálido saludo de fin de año a los lectores de este blog: que pasen unas felices fiestas, hagan un balance de este año que dejamos, para empezar con todas las pilas el nuevo; que eso es lo importante.

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El origen del fuego según los Sipai

El fuegoNuevamente hacemos llegar a ustedes otro mito de los pueblos aborígenes americanos. En este caso, se trata de un antiguo relato de la tribu Sipai de Brasil, donde explican cómo descubrieron el fuego. Algo que es tan sencillo de obtener para nosotros hoy, para las sociedades primigenias el fuego constituyó algo totalmente revolucionario ya que no solo cocía los alimentos, sino que además facilitaba la caza y permitía sobrevivir los inviernos.

Como suele suceder en esta clase de mitos que apuntan a un génesis u origen de algo, suele existir la figura del héroe, que simplifica el relato y a la vez actúa como factor educativo para los integrantes de la tribu. Sin más prefacio, aquí va la historia:

Los indios Sipai cuentan que había una vez un gran héroe llamado Kumafari el Joven, que tenía ese nombre porque era el hijo de otro gran héroe, Kumafari el Viejo, su padre.

En aquellos tiempos el buitre andaba siempre revoloteando por ahí con un tizón encendido entre sus garras, burlándose de Kumafari y su gente, porque no habían descubierto cómo hacer fuego. El joven héroe propuso entonces el robo del tizón de fuego, pero no sabía cómo podía lograrlo.

Observaba que el buitre siempre hacía lo mismo: se posaba en un árbol, dejaba el tizón entre las horquillas de las ramas y después bajaba al suelo a comer carroña. Así que el robo debía darse en un momento de descuido del ave. Kumafari intentó varias estrategias para apoderarse del fuego: una vez se hizo el muerto, otra vez se convirtió en ciervo; pero el buitre siempre desconfiaba y terminaba por descubrir la trampa. Solía decirle: ¡No me engañas! ¡Yo sé que quieres robarme!

Un día Kumafari tuvo una idea mejor. Se acostó en el suelo, extendió y hundió sus brazos en la tierra; así sus brazos se convirtieron en dos arbustos con cinco ramas cada uno, una rama por cada dedo de la mano. El buitre lo vio y pensó: -¡Esta vez Kumafari está muerto de veras y sin sus brazos no podrá robarme el fuego!- Entonces se posó en uno de los arbustos, sin sospechar que dejaba el tizón en la mismísima mano del héroe. En un segundo, el hombre cerró la mano, se levantó de un salto y huyó con el fuego.

-¡Qué vergüenza Kumafari! -dijo el ave- ¡Eres hijo del gran Kumafari el Viejo, y no sabes hacer fuego!? ¡Para tener fuego hay que poner al sol palos de uruks y hacerlos girar uno sobre otro!

-Está bien -dijo Kumafari-, ahora también sé tu secreto, pero de todas maneras me quedaré con el tizón! Así fue como el buitre perdió el tizón y los Sipai consiguieron el fuego, aprendiendo a hacerlo todas las veces que lo necesitaban.

Bibliografía:

– Ferro, Beatriz: Leyendas de América: El Fuego y los Cuenta cuentos y otras leyendas, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1968.
– Díaz, Cristina: El fuego, en Nuestros Orígenes, 20/12/2007. [Imagen: fuego.jpg]
<http://www.mundofree.com/origenes/habitat/fuego.htm>