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Comentarios de la 1ra Jornada de Pueblos Originarios

La Primera Jornada de los Pueblos Originarios se llevó a cabo, como les comenté en el post anterior, en la Universidad de General Sarmiento; y tuvo una gran convocatoria.

Si bien solo asistí el viernes 8, pude disfrutar de varias charlas y la proyección de una película. Organizado por la Biblioteca y Museo Indoamericano Inti Huasi de San Miguel, la primera parte fue dedicada a la presentación de los diversos talleres planificados para el día siguiente.

En ese aspecto destaca la presentación de Angélica Tena, con la Caja, un instrumento típico del norte argentino. Luego, el Licenciado Carlos Liendro, nos introdujo en su taller de Diversidad Cultural y Discriminación, creado con el fin de generar un debate acerca de la actitud discriminatoria en el gran Buenos Aires hacia las culturas nativas, y esclarecer malos entendidos o prejuicios que se reproducen negativamente en la sociedad.

Uno de los momentos más importantes fue el de los invitados, que en la persona de Lito Pagés representaron a la ONG Fundación Oscar Alende, que ha emprendido una campaña para tomemos conciencia del uso del recurso agua, y como lo estamos perdiendo ante el avance del capitalismo que la trata como mercancía. Para eso vimos un excelente documental «Sed, invasión gota a gota«.

Y por último, se cerró el primer día con una melodía de Roman del Giorgio, profesor coordinador del taller de Expresiones Musicales y Artísticas Indoamericanas. A continuación, incluyo todos estos eventos en esta lista sonora:

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El Carnaval en la Edad Moderna

El mundo del carnaval era central para la Edad Moderna. ¿Pero qué significaba realmente: diversión pura, rebeldía o control social?

1rodemayo.jpgUna vez tuve la posibilidad de asistir a una jornada de Historia en mi instituto, y presenciar una exposición muy clara con respecto a este tema, de la mano del historiador argentino Rogelio Claudio Paredes. ‘Carnaval’ significa según sus palabras ‘Fiesta de la Carne’. ¿Qué se hacía en fiestas como estas? De todo: no se trabajaba, había momentáneamente relaciones de fraternidad, se compartían los alimentos obtenidos del verano, no había reglas, se dejaba paso a la lujuria, al sexo y las pasiones humanas. El reventón que se pudiera vivir hoy en cualquier parte donde haya oportunidad de salir de parranda, perfectamente era posible en la Edad Moderna, y a pesar de no contar con las bondades de la tecnología actual. Desde febrero hasta abril había que comer de todo glotonamente, y desatar todas las pasiones y deseos, puesto que en Cuaresma la religión pedía sacrificios y ayunos, los nobles volverían a sus habituales labores de dominación, los artesanos a seguir viviendo de las artes manuales, los sacerdotes a seguir cobrando diezmos, y los campesinos de vuelta al trabajo. Especialmente para los pobres, las raciones eran menores, sobre todo en invierno, donde los alimentos escaseaban y se trabajaba menos por lo poco que duraba el día (en términos de luz solar que se recibe en esa época). Según Claudio, esta herencia carnavalesca ya se vivía en tiempos de los romanos, y ellos a su vez, lo aprendieron de los celtas y otras tribus germanas a las que intentaron someter, pero como vimos en el artículo Síntesis Cultural, ocurrió una fusión de ambos mundos, y el carnaval también es un producto de ello.

Otro historiador, Peter Burke, señala un «mundo al revés» que caracteriza al carnaval. En ese estado de las cosas abunda el desgobierno (La sociedad tenía derecho a transgredir varias normas: podían blasfemar, cometer abusos, burlarse de sus nobles y de las investiduras eclesiásticas, y podían elegir al Rey y la Reina de la festividad, quien tenía poder o no según lo que dijera la muchedumbre), derroche de comida y bebidas (Mucha carne, cerveza y vino. Abundaban fiestas como «Día del Asno», «Fiesta del Cerdo» y «San Bernardo», donde en esta última los carniceros competían por ofrecer gratuitamente el mejor pedazo de carne asada para la muchedumbre), libertinaje sexual (Siempre amparada en el doble sentido, las festividades como «Primero de Mayo» y «Día de la Salchicha» implicaba libertad para que el hombre persiguiera mujeres y construyeran símbolos fálicos. En muchas ocasiones, las mujeres podían perseguir ellas a sus víctimas. Abundaba la infidelidad voluntaria) representaciones y parodias (las carrozas muy comunes en el norte de Italia, representaban pasajes de la Biblia o escenas del Apocalipsis, siempre en tono de burla a las autoridades, pero a veces como verdadera manifestación de las creencias populares) Por último, los cambios de roles, donde el patrón se convertía en siervo, y este último en amo, durante el tiempo que transcurriera la festividad. En el imaginario popular de aquel entonces, según Burke, figuraban todas estas libertades en la leyenda del «País de la Jauja», que proporcionaba al afortunado el carnaval eterno y el gobierno de los humildes.

Pareciera ser que el carnaval servía como un aliviador de tensiones, con el objeto de preparar a la muchedumbre para ingresar de vuelta en el sistema de desigualdades el resto del año. Cuaresma y Adviento constituían formas religiosas de control muy efectivas para ese propósito. Sin embargo, detrás de toda festividad habían mensajes subliminales de rebeldía, de protesta social, de querer cambiar el orden de lo establecido, para hacerlo más parecido al carnaval eterno. O al menos eso mostraban las turbas iracundas que de forma desorganizada exigían estas demandas, sobre todo en Alemania, donde los principados ejercían un sistema de dominio feudal muy duro e inamovible.

Cabe preguntarse si hoy en día los carnavales significan los mismo que aquellos tiempos, ya que han mutado conforme a la espacialidad y los múltiples legados culturales donde se desarrollan.

Bibliografía Consultada:

– BURKE, PETER: La cultura popular en la Europa Moderna, Alianza, Madrid. Cáp. 7: El mundo del carnaval.

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Los Tehuelches vienen del mar

En mi blog me gusta presentar leyendas y mitos de direferentes culturas. Continuando con el tema de la Creación, hoy quiero comentarles los fundamentos de la religión tehuelche (una antigua tribu de la Patagonia argentina).

La religión tehuelche parte de la existencia de un Gran Hacedor del Mundo (un punto en común, entre tantos, con otras culturas) llamado Kóoch (o Cielo). Antes de que el tiempo fuera tiempo y que el espacio fuera espacio, Kóoch vivía rodeado de densas tinieblas y esto causaba en él sentimientos de soledad. Fue así como el gran dios comenzó a llorar y brotó tanta agua de sus ojos que nació el Mar Primigenio. Conforme se fue calmando de su pesar, el dios suspiró, generando el segundo elemento de la Naturaleza: el Aire. Este permitió que la luz hiciera retroceder a la oscuridad.

Los tehuelches creían que Kóoch provenía de una isla del Océano Atlántico (para ellos el Gran Mar) y que había mandado desde allí a Elal (o Elel), que a través de una larga y heroica travesía plagada de incidentes míticos, llegó a la Patagonia.

Una vez establecido el Héroe civilizador Elal, crea a los hombres y les enseña a usar el arco y la flecha, los oficios de caza, pesaca y supervivencia. Así Kóoch nunca se sintió solo, puesto que cada tehuelche llevaba un poco de Él.

Este mito creacionista fue muy importante para esta tribu, porque otorgaba el marco fundamental para los ritos de iniciación: un cambio de etapa de la niñez a la adultez, que implicaba morir a una etapa anterior para nacer a otra.