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Carrefour Avellaneda, y el impacto del neoliberalismo sobre la salud

Continuamos la serie de trabajos sobre Historia Argentina Reciente, con dos aportes más del I.S.F.D. y T. Nº 1 de Avellaneda, que están muy ligados entre sí porque hablan del impacto de los modelos económicos sobre diversas pautas y costumbres sociales en la Argentina de los últimos 30 años.

«Carrefour Avellaneda» (1) es un ejercicio de memoria histórica sobre el área geográfica que coincide con el actual hipermercado de la zona, por eso el trabajo lleva ese título. La reconstrucción comienza desde los tiempos del remanso en el siglo XIX, pasando por la instalación de un moderno frigorífico que dura hasta 1974, luego la instalación del primer shopping de la zona, y por último la instalación de Carrefour durante los ’90. En otras palabras, una misma zona pasó por los 3 grandes modelos económicos conocidos (agroexportador, desarrollista y neoliberal) de nuestra historia. Por lo tanto la vivencia y la lucha de los trabajadores no va a ser la misma, porque cada generación tiene experiencias propias, y ésto se ve reflejado en el trabajo.

[PDF] Carrefour Avellaneda
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Una mirada sobre la explotación capitalista en una zona geográfica determinada a lo largo de los años.

Por otro lado, «Políticas Neoliberales en la Argentina de la Década del 90 y sus efectos en la Salud Mental» (2), está más inspirado en la historia de los últimos 20 años, preguntándose si el neoliberalismo o «capitalismo salvaje» pudo haber ocasionado o agravado trastornos en la salud física y mental de las poblaciones del conurbano bonaerense. Así recurren al análisis de una serie de valores que vienen con el modelo, pero que son aceptados como «normales» por gran parte de la población como son el culto a la individualidad, la falta de respeto hacia uno mismo y hacia el otro (idea de competencia), el consumo masivo, la falta de proyección a futuro, etc.

[PDF] Neoliberalismo y salud mental
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Ensayo sobre la influencia negativa del neoliberalismo sobre la salud humana.

(1) Por Cecilia Carbone Tabucchi , Vanesa Escalante , Emiliano Etrea, Pablo García , Claudia Martínez y Ernesto Trigo.

(2) Por Nora Elena López, Pablo Lligoñia Bosch, Beatriz Sauma, Martín Mígueles.

Ambos trabajos representaron al I.S.F.D. y T. Nº 1 de Avellaneda en el proyecto “Entre el pasado y el futuro. Los jóvenes y la transmisión de la experiencia argentina reciente”; Subsecretaría de Equidad y Calidad del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación; Buenos Aires, Argentina, 2006. Categoría: Elección de un tema y construcción del problema.

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La problemática del patrimonio cultural.

Cuando nos encontramos frente a ruinas, vestigios o muestras materiales y subjetivas del pasado, difícilmente dudamos de ellas, al contrario las asumimos como herencia, las observamos, asimilamos y posteriormente las difundimos.

Hasta los años 80 aproximadamente, se mantenía una visión estática frente al patrimonio cultural, hasta ese entonces la definición del patrimonio como tal y los estudios realizados por arqueólogos, arquitectos y restauradores de la época, se alejaban por completo de la relación entre el patrimonio cultural y las divisiones de clase o grupos sociales.

Enrique Florescano enfoca sus estudios observando la dinámica que gira en torno de la problemática del patrimonio, frente a la cual concluye que para el estudio del patrimonio se debe tener como premisas básicas: la manera en que se rescatan y seleccionas los bienes y testimonios, tener en cuenta que esta selección la realizan grupos sociales dominantes, en el caso de los Estados nacionales se debe tener presente que la construcción del patrimonio cultural esta mayormente articulada en la distinción de lo propio y lo externo, por lo cual el uso de este patrimonio estará determinado por las diferencias sociales que concurren en el seno de la sociedad nacional (1).

Bajo esta perspectiva no solo entenderemos que la producción cultural es un elemento derivado de la sociedad, si no también seria que un elemento activo, ordenador y cohesionador social en el sentido de que la preservación y patrimonalizacion son sin duda alguna un proceso seleccionador y transformador del pasado, sin olvidar que este proceso es iniciado por el Estado (2).

Así, sin lugar a dudas se puede señalar que la función de este patrimonio cultural se engloba en mantener intacta y continua la reproducción social, por otra parte asegurar la desigualdad cultural que enfoca a las clases dominantes como creadoras de una cultura validada como “nacional” la cual esta en continuo conflicto con una cultura popular.

Paradójicamente la historia también forma parte de este patrimonio cultural, por lo cual no debe extrañarnos que el viejo debate que busca la objetividad en la historia aún se mantenga con vida, y creo que este tiene su comienzo en estas circunstancias; los historiadores de Estado como los de ideales conservadores son los que más han apelado acerca de la objetividad, principalmente para transformar a la critica como un elemento subjetivo que se teje bajo ideales que no son lo que protege y reconoce el Estado como propios.

Sabemos que la critica es un elemento subjetivo, y que la historia critica también lo es, entonces ¿esa historia oficial, que valida solo un pasado minuciosamente seleccionado, conservado y difundido masivamente, no lo es?, la respuesta es obvia.

Frente a esto no me sorprende la gran cantidad de medios difusores y protectores de este tipo de patrimonio, en la rama de historia por ejemplo, si buscamos en Internet nos daremos cuenta que las paginas dedicadas a la realización de una historia critica son mínimas en comparación a la gran cantidad de historia “vacía”(con Fabián Bustamante realizamos una discusión bastante interesante e ilustrativa en torno a este tipo de historia (3), historia descriptiva que rescata elementos de intereses propios de la validación de una cultura nacional, solo es cuestión de observar con esa duda examinadora la historia que absorbemos por medios masivos, History Channel por ejemplo basa la mayoría de sus programas en las armas de las potencias mundiales, en las guerras de esta, en la historia de sus políticos trascendentes y la vida ejemplar de sus millonarios.

Y cuando en este canal se habla de Latinoamérica se dice como fuimos “descubiertos” y posteriormente se pasa a la ponderación de armas, militares y alianzas estratégicas que se encargaron de matarnos y socavar los tantos intentos por establecer modos de gobierno que no beneficiaran a sus políticas económicas(las del primer mundo), por lo cual no me pareció extraño que la serie de “historia secreta” en Latinoamérica (que en un principio me olía a un rescate social de la historia, lo cual no fue así) se basó en las historias de los palacios, uniformes de combate e infinidad de objetos inertes a la historia de nuestra gente, una historia secreta y urbana que olvidó lo que realmente ha pasado en las calles latinoamericanas algo bastante objetivo no?

(1) Cecilia Benedetti; Antropología social y patrimonio; perspectivas teóricas latinoamericanas. Argentina 2004 (Pág. 15).

(2) Arantes, Antonio; la preservación del patrimonio como práctica social.

(3) Actualidad, divisiones y juicios históricos.

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Actualidad, divisiones y juicios históricos.

Hablar de la dictadura militar en chile, ya no parece ser tan peligroso, aunque como sabemos, en el ámbito laboral principalmente del profesorado, hablar de “dictadura”, divisiones de clase o simplemente mencionar la palabra “asesino”, es una razón suficiente de despido sea por políticas del establecimiento o por alardes de los padres que reaccionan espantados ante semejantes palabras; para ellos vale más un profesor que no diga nada, antes de que sus hijos tengan un profesor que hable mucho.

Esta situación, hasta el dia de hoy no sorprende a nadie, por la sencilla razón que nos hemos acostumbrados, es más, hemos crecido en un país divido en dos (unos que SI y otros que NO); como señalan los historiadores en su “tercer manifiesto[1]”, en un país en que los “perdedores” (victimas), lamentablemente debían trabajar bajo los dictámenes de los “ganadores”[2] (beneficiados), por lo tanto las voces que arremetían contra ese endiosado militar llamado Augusto Pinochet, fueron delimitadas, controladas y posteriormente calladas.

Todo esto nos lleva plantear algunas interrogantes; como futuros historiadores ¿Qué debemos hacer respecto a esto?, ¿continuar callados para que esta situación continúe de la misma manera o arriesgarnos a ser estigmatizados como tantos otros y tirar por la borda años de claustro en las aulas universitarias?; todo indica que una mantener postura “razonable” ante los ojos de los demas, es simplemente intentar demostrarse “a-político”, discurso que paradójicamente fue articulado por los sectores de derecha (no para esconder la asquerosidad de los actos que ellos apoyaron, si no que para socavar la memoria colectiva).

Para graficar y ejemplificar lo que se dijo anteriormente, se me ocurre un ejemplo bastante lejano a Nelly Richard, pero bastante cercano a nuestra realidad; hace poco tiempo atrás, frente a un profesor nuevo -para nosotros- surgió este tema obviamente sujeto a discusión en la clase, pero extrañamente aquel docente esgrimió la necesidad actual de apostar por una historia objetiva y despolitizada, discurso creíble para muchos, pero este discurso se quiebra por el solo hecho de entender que este tipo de educadores egresan de cierto tipo de universidades que se dedican especialmente a reproducir en sus profesionales esta mentalidad atareada con un oblicuo y utópico sueño de objetividad que fue configurado bajo un ideal político bastante claro: la derecha.

Acaso esconder y disminuir la intensidad de este proceso dictatorial ¿es ser objetivos?, tratar esta temática ¿es solo asunto de marxistas leninistas?; frente a esto no debemos olvidar que el proceso dictatorial sigue cobrando victimas; en las poblaciones se nos hizo relativamente cotidiano ver “zombies” adormecidos por la pasta base -droga que paradójicamente se incluyó en los años 80 pero alcanzó su boom en los 90[3]– droga potencialmente adictiva por ende peligrosa, pero que logró despolitizar los barrios chilenos, algo que difícilmente se logró a balazos; se puede apreciar una situación muy similar en los años 60 en Estados Unidos en donde frente la aparición de guerrillas urbanas (como los black panters) en los barrios marginales, se utilizo el “crack” como avasallante estrategia desidealizadora.

Vale destacar que tal cual como concluye la autora, esta división es palpable en todo el contingente nacional, desde las noticias hasta la educación, desde lo publico a lo privado, desde los condominios a los barrios; la estrategia fue simple: aplacar aún más la herida ya que para los que perdieron no existe peor tortura que el olvido, para los que ganaron era el olvido el que les aseguraría mantener una producción tranquila, estable e incesante en sus fabricas.

Hemos intentado retratar la complejidad que gira en torno al tema de la dictadura, obviamente reconocemos al igual que la autora que hoy existe una necesidad de ampliar los estudios de esta área, no para volver a usar la camiseta del che Guevara, escuchar discos de Víctor Jara y colgar el cuadro de Salvador Allende en la pared, sino que bajo la lógica del “caceroleo” podemos rescatar la enseñanza de que sin meter bulla esta situación difícilmente cambiará y la única forma en que los historiadores y cientistas sociales pueden hacer ruido es simplemente investigando; por ende esos discursos de algunos académicos que señalan que otros viven amarrados al 73, debido a su intención, son discursos vacios por lo tanto fácilmente desechados.

Se debe hacer valer también el hecho de que hoy exista un sector de historiadores sociales que se dispuso a poner en el tapete el juicio de la historia[4] frente a estos sucesos, lo cual me parece relevante frente a tanto discurso vacío que atenta incluso contra la propia historia, porque despolitizar la historia es sin duda alguna deshistorizarla ya que en estricto rigor es robarle la complejidad a un proceso histórico, para continuar aquella subordinación político-mediática que asegura y reafirma los parámetros divisorios e incluso ha logrado naturalizarla.

Aunque por otra parte debemos considerar el hecho de que al existir estos vencidos y ganadores, el juicio histórico se mantendrá así; dividido, independiente si el personaje insigne de la dictadura se mantenga vivo o muerto, ya que como se señala anteriormente, han logrado hacer que veamos natural esta división.


*Ensayo inspirado en: Richard, Nelly; “Historia, memoria y actualidad: reescrituras”, revista critica cultural.

[1] La dictadura militar y el juicio de la historia; tercer manifiesto de historiadores, 2007.

[2] Acerca de esto se puede encontrar una reflexión bastante interesante en el texto de Alfredo Jocelyn Holt: “El chile perplejo”(1998).

[3] Informe nacional; Procedimientos por infracción a la Ley 20.000 año 2006, Ministerio del interior, división de seguridad publica, Gobierno de Chile (2007).

[4] Debo reconocer que el hecho de ver la firma de dos profesores que actualmente me hacen clases, en el manifiesto de historiadores anteriormente citado, logró hacerme sentir que los primeros pasos ya están dados y depende solamente de nosotros continuarlos.