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8 de marzo: Por los derechos de la mujer

Por Cintia Valeria Díaz (*)

Las mujeresEsta fecha trae a mi mente una imagen: Una señorita en la parada del colectivo recibiendo de un muchacho una flor de celofán, con un lindo moño y una inscripción que dice Felicidades, como si se tratara de un festejo primaveral; claro sin ofender a quienes recibieron hoy una flor; pero ¿acaso no seria mejor obsequio el reconocimiento?.Me refiero al reconocimiento a la lucha de aquellas mujeres de todos los tiempos que resistieron y persistieron, aquellas que desde sus lugares de acción, no cesaron en sus esfuerzos para transgredir las líneas divisorias del genero.

Existen muchas teorías acerca del significado de esta fecha. La más difundida es la que marra los acontecimientos en una fábrica en EEUU, en los que murieron obreras textiles. Otra no oficial afirma que se refiere a la Primera Internacional Socialista Femenina. La cuestión aquí no es detenerse en comprobar dichos planteos, si desmenuzar las razones por las cuales el “sexo débil” merece un día de reconocimiento social.

Una vez superada “la incertidumbre de la ingobernabilidad de las mujeres y la certeza de la inferioridad biológica”, fue menester emprender otras luchas y conquistas: la emancipación jurídica ante la ley que le puso fin a la potestad masculina; el derecho al voto; el ejercicio de profesiones y oficios antes reservados a los hombres como la medicina, la ciencia, la política, etc. Como afirmo a principios de siglo la anarquista Juana Rouco Buela: “Es preciso que comprendáis de una vez por todas que nuestra misión no se reduce a criar a vuestros hijos y lavaros la roña; que nosotras tenemos también derecho a emanciparnos y a ser libres de toda clase de tutelaje; ya sea económico, social o marital”.

A pesar de los avances realizados por la cultura occidental para establecer una relación más igualitaria entre hombres y mujeres; todavía quedan gran cantidad de asignaturas pendientes a resolver. Entre ellas se pueden mencionar las distintas formas de violencia que la sociedad moldeada a imagen y semejanza de los varones ejerce sobre nuestros derechos; como la participación en puestos políticos, la falta de atención por parte de las autoridades en casos de abusos, la discusión sobre el aborto y a ¡esta altura del siglo XXI! las reticencias sobre cuestiones como reproducción y formas de anticoncepción.

Para hablar de nuestros derechos es necesario partir de la idea de los “Derechos Universales del Hombre”, surgidos de la Revolución Francesa. El concepto Universal es abstracto, es decir no especifica quienes los poseen. Entonces excluye a quien no entra en el canon de hombre El Ciudadano pasa a ser el hombre. Lo Universal esta representado por el género masculino, y esto situaba a las mujeres en una categoría de particularidad, por lo tanto se las excluye.

Si nos situamos en Nuestra Historia y revisamos el Pacto de la Revolución de Mayo ( bajo los ideales franceses), el 19 de septiembre de 1811 el Cabildo del Río de La Plata resolvió que no serian considerados “vecinos”, ni los negros, ni los indígenas, ni los mestizos, ni las mujeres y que solo podían participar quienes tenían casas fundadas. Resultado: La Ciudadanía era para los varones blancos, heterosexuales y propietarios.

La condición de mujer no nos incluía dentro de la ciudadanía, para un hombre negro o mestizo que pudiera comprar su “certificado de blancura” era posible llegar a ser ciudadano; pero el ser hembra ponía a la mujer en el implícito destino de la reproducción y del rol de ama de su hogar, cuidando niños, lavando, cocinando etc., pero excluidas de la esfera social, política y económica.

Si atendemos a las palabras de Petrona Rosendo de la Sierra, que decía: “El talento de las mujeres nada tiene que envidiarle al del hombre para ejercer el arte, la ciencia, la política, el cultivo…”.Podremos comprender que las mujeres merecemos gracias a siglos de luchas la participación que hoy tenemos.

En la política argentina el numero de mujeres es menor, esto tiene que ver con la marginación histórica en esta esfera, aun así se llego al parlamento .Sin dudas desde 1991 cuando se estableció la Ley de Cupo Femenino, se ha evolucionado. En un principio se aplico solo en las elecciones de diputados, luego se amplio a senadores y constituyentes, y los cambios siguen.

Hoy más que nunca las palabras de Claudia Mafia revelan la realidad:
“Cuando una mujer entra en la política, cambia la mujer. Cuando muchas mujeres entran en política, cambia la política”

Desde la llegada de las mujeres a la política se introdujeron nuevos temas en la agenda como iniciativas sociales, la familia, la salud, la niñez, y los derechos de la mujer.

La lucha continua para que el Universal femenino no sea excluyente, ni elitista; para que todas las mujeres: nativas, negras, blancas, migrantes, adolescentes, heterosexuales, ancianas, bisexuales, lesbianas, transgenero, analfabetas, monjas, intelectuales, rabinas, pastoras, militares, prostituta, célibes, discapacitadas, guerrilleras, presas, atletas, campesinas, urbanas, académicas, empresarias, profesionales, desocupadas, piqueteros, cartoneras, artistas, científicas, impolíticas; tengamos un acceso mas abierto a mas esferas sociales. Mientras nos toca seguir trabajando, estudiando, amando, discutiendo, apoyándonos en paralelo con la revolución pacifista para distribuir la alegría del reconocimiento.

Si revisamos la historia, las mujeres siempre aparecen como casos excepcionales; como heroínas o malvadas, son internacionalmente conocidas Juana de arco, Isabel de Inglaterra, Isabel La Católica entre otras, a nivel local Mariquita Sánchez de Thompson o Eva Duarte, entre otras enaltecidas.

Desde los años 70 con la ola feminista este lugar de excepción o de ausencia dado a la mujer se modifico, cuando activistas y académicas empezaron a ponerlo en tela de juicio, para dar paso a investigaciones y al surgimiento de la Historia de las Mujeres. Éste enfoque hace hincapié en el rol de las mujeres; no como personajes míticos o excepciones; sino como parte importante en los procesos históricos de cambios sociales, y políticos y como un agente de transmisión de cultura. Esta historia surgida de académicas rescato las vivencias de mujeres comunes, de obreras, de intelectuales, de amas de casa; en fin de quienes hacen posible la reproducción social y cultural desde sus lugares de acción.

Es un tipo de historia resultado de estudios hechos por mujeres ya que como dijo Eva Duarte: “Así solo como los obreros solo pudieron salvarse a si mismos, y así como siempre he dicho que solamente los humildes salvaran a los humildes, también pienso que únicamente las mujeres serán la salvación de las mujeres”.

En cuestión de luchar por nuestros derechos se pueden conciliar las palabras de distintas mujeres de diferentes épocas e ideas, sean anarquistas, socialistas, demócratas, populistas, conservadoras o liberales, existe un mismo objetivo: trasgredir la división de genero, pasar esa línea históricamente vallada.

Finalmente este siglo encuentra a las mujeres trabajando cuando sus maridos, padres o hermanos están desocupados, a chicas de la calle explotadas y prostituidas a los once o doce años, a maestras y profesoras haciendo paro por mejoras educativas y un salario digno, a un grupo de abuelas buscando a sus familiares incansablemente desde hace tres décadas, a una Presidenta de la Nación elegida democráticamente y a diputadas y senadoras adeptas u opositoras, a lideres piqueteros, a cartoneras que recorren calles, y a gran cantidad de esas mujeres anónimas que día a día construyen la historia. Las mujeres enfrentamos las prohibiciones y los limites. Aprendimos a movernos solas por las ciudades, lejos de la protección de los hombres. Aprendimos a ejercer derechos y a conocer nuestro propio cuerpo. Aprendimos el precio de la responsabilidad de la independencia.

Es así las mujeres somos malabaristas: mantenemos el equilibrio entre el espacio de la familia que sostenemos y la vocación pública que elegimos, profesiones, trabajo, política etc. Traspasamos todos los días esa línea entre la familia y la vocación pública, ida y vuelta.

(*) Profesora de Historia por el I.S.F.D. y T. Nº 42: «Leopoldo Marechal», San Miguel, Buenos Aires, Argentina.

(**) La imagen está basada en la composición «mujeres escuchando» de subcomandanta, con licencia creative commons by-nc-sa.

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Pan y Rosas: Día internacional de la Mujer Trabajadora

¡Pan y Rosas!

Que no te nieguen el pan
dorado y fértil de tu trabajo.
El telar y la fábrica.
El barro accesible de los sueños
tomando vida
en tus manos de grácil artesana.
El huerto y el taller,
la universidad y los fogones.
La sabiduría de tu oficio
congregando frutos y poemas
en el árbol irrepetible de la historia.
Pero tampoco las rosas
hondas y fragantes del descanso.
Tu legítima herencia
de bosques y playas.
La complicidad del sol
en tu piel de niña.
El placer del mar
cuando se ha llorado…

Ana Rosa Fernández


(Especial cortesía de Pateando el Tablero)

Recursos para el aula, y la lectura en general:

(*) La imagen ha sido encontrada en la web Revista del Sur. [Ir al sitio web]