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La ilusión utópica de Bush frente al cambio climático

Diario La Nación Domingo, Santiago de Chile, 14 de octubre 2007.

Merece especial atención el discurso que pronunció el Presidente de Estados Unidos en la conferencia sobre la seguridad energética y el clima que organizó en Washington. Fue la primera vez, desde su elección en 2000, que George W. Bush dedicó una intervención exclusivamente al tema del cambio climático y a exponer su doctrina. Hasta ahora, su posición sobre el tema sólo había estado integrada, de manera breve, en discursos más generales. En esa alocución pronunciada el 28 de septiembre, el actual inquilino de la Casa Blanca reconoció la realidad del cambio climático, refiriéndose al reporte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz, y afirmó la necesidad «de producir menos emisiones de gas con efecto invernadero». Bush propuso que cada país encuentre por sí mismo la forma de reducir esas emisiones, fuera de compromisos internacionales obligatorios.

Pero lo más interesante es la forma en que piensa controlar el volumen de emisiones: no reduciendo el consumo de energía, pues plantea su aumento como inevitable «en este nuevo ciclo, la necesidad de energía no hará más que crecer» , incluso en los países más desarrollados.

El cambio climático no es más que uno de los dos problemas a los que se enfrentará la humanidad, según Bush; el otro es la seguridad energética. «Desde hace muchos años, quienes se preocupan del cambio climático y quienes se inquietan por la seguridad energética estaban en los extremos opuestos del debate. Se decía que hacíamos frente a una elección entre la protección del ambiente y la producción de energía en cantidad suficiente», afirmó Bush. «Ahora sabemos más. Esos dos problemas tienen una solución común: la tecnología. Si desarrollamos nuevas tecnologías, con pocas emisiones, podremos satisfacer la demanda creciente de energía y, al mismo tiempo, reducir la contaminación atmosférica». El Presidente estadounidense enumeró diversas tecnologías en curso de estudio que nos permitirán «ser los gerentes responsables de la Tierra que nos confió el Todopoderoso».

No podría exagerarse la importancia de esa visión, muy representativa tanto de lo que piensa Bush como de la doctrina de buena parte de los defensores de un sistema económico cuyos fundamentos no han cambiado ante el desafío del cambio climático.

El problema, claro, es que no existe la seguridad de su pertinencia. La serie de técnicas que Bush menciona tiene dos características: no son operativas y su éxito no está garantizado. La primera, que suscita también amplio interés en los medios industriales, es la «tecnología avanzada del carbón limpio», que propone enterrar en el subsuelo el gas producido por la combustión del carbón. Pero, por un lado, su eficacia no está comprobada y, por otro, en caso de que funcionara, las primeras centrales térmicas adaptadas a esa tecnología no estarían en el mercado antes de 2020; todas las centrales construidas de aquí a entonces seguirían lanzando sus gases a la atmósfera.

Segunda propuesta: la fuerza nuclear segura. George W. Bush se refiere a lo que los especialistas llaman la cuarta generación de reactores nucleares, con mínimo riesgo de accidentes, baja producción de desechos radiactivos y un diseño que impide que se les dé usos militares. Pero esa cuarta generación, si llega a producirse, no lo haría antes de 2040, según las previsiones más optimistas. En cuanto a aumentar el porcentaje de la energía nuclear con la tecnología actual en el mapa eléctrico mundial, la Agencia Internacional de Energía Atómica no lo cree probable, e incluso prevé, en su informe «Perspectiva energética mundial de 2006», que esa proporción, que ahora es del 16%, se reducirá al 10% en 2030.

¿Serán la solución el viento y el sol, también mencionados por Bush? Ciertamente su contribución y la de otras fuentes de energía renovable, como la madera y la geotermia está llamada a crecer. Pero no en una proporción suficiente para satisfacer la demanda de energía, que no dejará de aumentar, a menos que ocurra un salto tecnológico imprevisible. Las otras tecnologías mencionadas agrocarburantes o vehículos de hidrógeno sufren del mismo grave defecto: en su actual estado de desarrollo no son capaces de responder a los problemas actuales y los que vienen. No es imposible que lo logren, claro, pero a gran escala no será antes de 2040.

El problema del plazo aquí es fundamental. ¿Por qué? Porque el mismo reporte del IPCC mencionado por Bush dice que habrá que empezar a reducir las emisiones ahora, no en 2040 o 2050. Los climatólogos temen que, de seguir aumentando la concentración de gases invernadero, el calentamiento rebasará los dos grados, desatando una alteración incontrolable del sistema climático.

Así, la política de «gerencia responsable» implica aplicar desde hoy el medio más eficaz y desde luego disponible , que consiste en reducir el consumo de energía. Eso no implica poner freno a la búsqueda de nuevas tecnologías, pero obliga a aceptar que se debe transformar el actual modo de vida de los países desarrollados. Eso supone también una modificación de los medios financieros: si bien es útil invertir en tecnologías que podrían estar disponibles en 40 años, no es menos necesario invertir en la mejora de los medios conocidos y eficaces de reducir el consumo energético.

Esa fue la postura que adoptó la Unión Europea en su último Consejo de Jjefes de Estado, cuando se propuso disminuir en 20% la emisión de gases invernadero para 2020. Estados Unidos debe seguir el mismo camino, única forma de convencer a los grandes países emergentes de participar en este esfuerzo colectivo. La tecnología puede hacer mucho, pero no todo, y no puede reemplazar a la voluntad común.

Fuente:

– Kampf, Hervé. «La utopía de Bush ante el cambio climático.» La Nacion.cl. 14 Oct. 2007. 14 Oct. 2007
<http://lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20071013/pags…>

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Consideraciones sobre la Historia Social

Cuando preconcebimos la historia social lo primero que relacionamos es el “bajo el pueblo”, pero no el pueblo entendido como todos los miembros que componen una sociedad sino a una parte de ellos, la más pobre, la de los excluidos. Frente a esto, una observación: 1) Si pensamos en la célebre frase del historiador francés de Annales, Lucien Febrve que toda historia es social, ¿por qué ésta tiene que estar necesariamente simbolizada en el sujeto pobre, marginado frente al sistema? ¿Puede hacer una historia social de las elites, por ejemplo? ¿Por qué no llamar a los historiadores de la elite como sociales, y no culturales? Y es la misma complejidad del término “lo social” lo que nos lleva a que muchas veces la cuestión sobre el objeto del estudio de la historia social no quede clara. Ante esto nos preguntamos, ¿será el mismo concepto de sociedad el que impide que no se tenga una definición clara de lo que es historia social? Tal como se lo interroga Jurgen Kocka, la historia social debe ser considerada como parte de la historiografía, al igual que la historia política o económica, o como la única actualmente legitimable, de la historia general, como una historia de la sociedad.

En el siguiente trabajo se intentará abordar esta y otras consideraciones en torno a la Historia Social, una de las ramas más importantes de la Historiografía mundial en por lo menos los últimos 30 años. Para descargar el trabajo completo, haz clic debajo:

[PDF] Consideraciones sobre la Historia social
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Reflexiones sobre esta importante corriente del siglo XX que todavía encuentra ecos en la actualidad.

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Viviendo la subalternidad.(acerca de los estudios multiculturales)

Viviendo la subalternidad.

La epistemología de las ciencias sociales, no se detiene, esta en continuo avance, resifgnificandose, replanteándose, incluso derribando sus propios paradigmas, para levantar otros.

Como hijos de esta capacidad dialéctica, los “nuevos estudios culturales”, sin duda alguna están acorde con el contexto temporal; actual y contemporáneo de la cultura.

John Beverley señala; que los estudios culturales, necesitaban dar un vuelco, entendiendo que el avance del neoliberalismo, significaría cambios importantes en la cultura de masas.

Si bien es cierto la cultura de masas –como señalaron los marxistas- ejerce un rol de dominación, es alienante y hegemónica, lo que llevo a establecer diferencias entre una cultura de masas y una cultura popular, sin duda alguna esta diferenciación hacia alusión al molde hegeliano que establecía la diferenciación entre países dominantes y dominados o mejor dicho subalternos.

Debido a esto resultan bastante comprensibles los esfuerzos del marxismo por derribar esa cultura dominante, pero en cierto sentido al establecer la validez de una cultura frente a la otra ¿No seria continuar el mismo molde entre cultura dominante y de dominados?, al parecer el marxismo también podía ejercer un rol hegemónico como señalaba Gramsci.

Sin duda alguna los parámetros de los estudios culturales necesitaban derribar aquella brecha en la relación de las culturas, si bien es cierto estos pueden ser semejantes a una nueva modalidad de construir conocimiento “desde abajo”, resultaba necesario reestructurar los conocimientos dentro del plano institucional burgués, por lo cual no era suficiente establecer y diferenciar los roles culturales, sino que resulta de suma importancia comprender las bifurcaciones entre estas , entender las relaciones entre la cultura dominante y una cultura subalterna, ya que sin duda alguna; los espacios de interacción entre estas son fácilmente generados hoy en día, en donde el modelo neoliberal y las nuevas formas globalizantes de comunicación hacen el mundo alcanzable para todos.

Al parecer, Beberley y su idea de estudios culturales (la que comparte con muchos otros estudiosos de la subalternidad), se aleja del marxismo clásico si se puede decir, pero no lo suficiente ya que este mismo reconoce a los estudios culturales como un nuevo proyecto de “izquierda”, el cual al cuestiona la integridad propia de las diferentes disciplinas de estudios sociales, transgrediendo códigos para que en cierta forma se reinterpreten los cánones del “capital cultural”.

En otras palabras, los estudios subalternos, son una nueva forma de atacar la relación entre las disciplinas y la hegemonía, patentando académicamente un nuevo modo de estudiar las relaciones sociales y humanas.

Por ultimo vale señalar que esta propuesta de estudios culturales, resulta bastante llamativa, mas aun por el hecho de que esta parece comprender que a veces la realidad es muy distinta a las teorías, lo cual resulta bastante asertivo en el mundo actual en donde todo es cada vez mas individual y rápido, por ende las vidas, las ideas y las relaciones del hombre en sociedad, cambian; se destruyen y convergen de tal forma que a veces es imposible darnos cuenta.

Por otra parte, al tratarse de una nueva modalidad de estudios culturales, creo que esta debería alejarse del molde científico común y limitante de la academia, quizás apuntar a lo coercitivo que es el “método científico” parezca un discurso barato y repetitivo; pero ¿Hasta donde o a quien esperamos llegar con “estudios sociales” escritos en códigos descifrables para algunos pocos?, creo que lamentablemente el método científico no solamente coarta al investigador, si no que también lo hace con quien recibe las ideas vertidas, pues este las recibe –como se señala anteriormente- en códigos legibles para investigadores y cientistas sociales.

¿Es cuestión de algunos pocos entender y comprender la configuración de las relaciones humanas y sociales, mas aún de las capas subalternas?, es decir; ¿entender la omnipresente lucha de clases, las reivindicaciones de etnias, la lucha social por la igualdad de derechos frente a irrevocables divisiones sociales; ayudara a alguien mas que al investigador?, al parecer y lamentablemente el molde de estudios subalternos no deja de ser una solución disciplinaria[1] para el investigador que se enfrenta a un mundo cada vez menos entendible.


[1]Beverley, John. “Sobre la situación actual de los estudios culturales”.