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Desde disfraces políticos, a creación de identidades: Las historias de Pedro Urdemales y su importancia en la construcción de la Nación.

Los mitos y cuentos populares forman parte integra del subconsciente colectivo, como un claro ejemplo que la producción cultural no es solo las clases altas y academias, los mitos populares son sin duda alguna, obras narrativas creadas y re-creadas en la oralidad popular, una diversa gama de relatos ficticios con distintas características y por ende, distintas funciones.

El mito de Pedro Urdemales, retrata las aventuras de un peón gañan; astuto, escurridizo, un tipo sin hogar, audaz caminante en busca de trabajos esporádicos, un tipo que engañaba a la gente acaudalada, pero que nunca se rebeló contra el patrón, sin embargo ofrecía una resistencia diaria a los avatares de vivir en el fondo de la pirámide social, según estas características, podríamos entender a este personaje como un héroe popular, un pícaro que podía ganar mucho pero nunca tenia nada.

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Ensayo sobre mitos fundacionales de la "nación" chilena.

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A propósito de nacionalismos, usos e imaginación; reflexión en torno a la propuesta de comunidades imaginadas.[i]

Jorge Said Barahona(ii)

El estudio de los nacionalismos, es de suma importancia para la Historia actual, ya que nos transporta a la deconstruccion de un fenómeno reciente: la creación de los Estados/Nación(iii).

Los nacionalismos funcionan en la dinámica interna de la sociedad, como un fenómeno horizontal que se plasma en el habitus del sujeto, se hace parte integra del sentido común.

De este modo, la comunidad se imagina, pero por sobre todo se siente, gracias a la existencia de distintos dispositivos inventados y diseñados específicamente para activar en los sujetos, esa idea de pertenencia que en algunos casos es llevada hasta la irracionalidad.

Ciertamente, por mucho que los investigadores sociales afirmen que la nación una técnica de sometimiento y alienación, los distintos sectores sociales, principalmente los sectores populares, siguen asumiéndola como un hecho desinteresado por el que es normal realizar sacrificios, porque la nación esta ahí, incluso cuando no la necesitan.

El hecho de que la nación se difunda como algo tácitamente naturalizado, nos avienta a preguntarnos, ¿Cuál es el origen de la nación?, Anderson considera que esta tiene su origen en la lengua y no en la sangre, por lo tanto el racismo no proviene directamente del nacionalismo, como han sostenido equívocamente algunos autores(iv).

Para esto, Anderson toma como ejemplo el hecho de que el general San Martín, el cual llamaba “peruanos” a los indios que hablaban quechua(v), aunque esto no es erróneo, creemos valido recordar que antes de eso, los propios hablantes del quechua se reconocían como tales, en medio de un siglo de rebeliones indígenas, Tupac Amaru II se autoproclamaba junto a los suyos como peruanos sin necesidad de poseer un proyecto de instaurar una nación(vi).

Quizás esta no sea la prueba necesaria como para demostrar un origen distinto del nacionalismo en Latinoamérica, pero si nos incita a replantearnos la idea de extrapolar los moldes teóricos extranjeros para el estudio local.

Lo que si queda bastante claro, es que la acción de imaginar la comunidad, no proviene de la nada y posee su origen en las fronteras étnicas como el lenguaje(vii), aunque como observamos en el párrafo anterior, es posible que sean necesarios ciertos elementos objetivos, físicos y reales para que este proceso sea llevado a cabo.

La necesidad de proclamarse como habitantes de una geografía especifica y para ello reivindicar toda una tradición incaica milenaria, como estrategia reafirmadora de identidad en momentos de rebelión, nos dice que las fronteras reales, también pueden ser uno de los elementos gestadores del nacionalismo, ya que según Conversi, algún elemento real debe estar presente para que las categorizaciones sociales sean efectivas(viii).

Por otra parte, sabemos que toda la producción cultural destinada a reafirmar las fronteras, es generalmente ficticia, partiendo desde la historia oficial, la cual no es otra cosa que una selección de documentos transgiversados, personajes que son vestidos de héroes y tradiciones inventadas(ix).

Sin embargo, esta producción cultural no resulta efectiva sin una intervención real de los Estados, los cuales suelen llevar la comunidad hasta las entrañas de los sujetos, ya sea a través de instituciones o estrategias de intervención cultural como el disciplinamiento y la biopolitica(x).

Nuestra intención no es amarrarnos a alguna de las propuestas y aceptarlas como verdaderas, ya que consideramos que este proceso de imaginación es llevado a cabo gracias a la conjunción tanto de estrategias como también de elementos étnicos, por lo cual nos interesa más linear nuestros estudios, sobre el resultado de esta producción, como es asumida y utilizada por los sujetos, los cuales suelen resignificar y reutilizar lo impuesto.

Esto último, se puede ejemplificar en nuestra ciudad, con el uso que se hace de los himnos marciales, los cuales tras un fuerte proceso de construcción de Nación que se extendió durante todo el siglo XX, pasaron a formar parte de la ideología popular(xi).

Vale destacar que en Iquique, los himnos insignes del ejército chileno como el “adiós al séptimo de línea”, son utilizados por los sujetos en los funerales, como forma de despedir heroicamente a quien difícilmente aparecerá en un libro de historia o tendrá un monumento en la plaza y que en las zonas rurales los indígenas Aymaras tocan los mismos himnos, pero son extrapolados a la sonoridad andina de las zampoñas, chajchas, charangos y bombos de cuero de llama.

En este sentido, creo que es sumamente importante abordar estas dinámicas locales y regionales, ya que incluso pueden llegar a ser la excepción a la regla.

Aunque nos parezca irónico, a pesar de que exista un uso de esa producción cultural, esta no deja de ser imaginada y continuamente recaracterizada a través del lenguaje, el sonido y la historia, lo cual es bastante lógico si pensamos en que quienes mueren por la patria suelen provenir de sectores populares y estos no poseen una historia escrita, por tanto la oralidad es una base fundamental donde cimentar dichos sentimientos de pertenencia; porque contando historias el hombre logró evolucionar, por lo tanto es en esa lengua encontrada en el regazo de la madre y abandonada solo en la tumba; en donde los pasados se respetan, las camaraderías se imaginan y los futuros se sueñan(xii).

Notas:

[i] Ensayo basado en : Anderson, Benedict; Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo, editorial FCE, México, 1993

[ii] Estudiante de la carrera, Licenciatura en Historia.

[iii] Gellner, Ernest(1983); Naciones y nacionalismos,Alianza editorial, Madrid, España, 1988

[iv] Anderson, Benedict; Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo, Pág. 203, editorial FCE, México, 1993.

[v] Anderson 1993, Op. cit, 205.

[vi] O’Phelan, Scarlett; Un siglo de rebeliones anticoloniales, Perú y Bolivia (1700-1783), Cuzco, Centro Bartolomé de Las Casas, 1988

[vii] Anderson 1993, Op. cit, 205.

[viii] Conversi, Daniel; “Reassessing Current Theories of Nationalism: Nationalism as Boundary Maintenance and Creation” en revista Nationalism and ethnic politics, N°1, 1995. http://easyweb.easynet.co.uk/conversi/reassessing.pdf

[ix] Hobsbawm, Eric, Ranger, Terence; La invención de la tradición, editorial critica, Barcelona, España, 2001.

[x] Foucault, Michel; Defender la sociedad: discurso en el collage de France (1975-1976), editorial FCE, México, 2002.

[xi] Nikolaievich, Valentín; El marxismo y la filosofía del lenguaje, editorial Alianza, Madrid, España, 1992.

[xii] Anderson 1993, Op. cit, 217

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Naciones y nacionalismos: apuntes para el estudio de una problemática compleja.[i]

Jorge Said Barahona (ii)

El estudio de los nacionalismos y los estado-nación, ha dado grandes pasos en este ultimo periodo, la gran gama de estudios actuales al respecto, están hechos en base de los estudios de principio de siglo XX, por lo tanto las nuevas revisiones son doblemente certeras y también nos ahorran en el trabajo de volver a revisar las primeras escuelas que abordaron esta problemática, como la escuela perennealista que aseguraba que la nación era tan vieja como la historia.

Actualmente, podríamos enumerar una gran lista de autores para adentrarnos en esta temática de estudio, pero me remitiré a nombrar solo los de mayor trascendencia, Gellner (1997), Anderson (1993), Hobsbamwm (1991, 1992, 1996, 2000), Smith (1994), los cuales a partir de la pregunta ¿Qué es la nación?, logran conjeturar en que se trata de un fenómeno moderno el cual se a transformado en uno de los valores legítimos universalmente en la vida política de nuestro tiempo (iii).

Sin embargo, en este breve resumen, nos dedicaremos a revisar lo propuesto por Hobsbawm en su libro “naciones y nacionalismos desde 1780”, en el cual se sigue alimentando este debate teórico que persigue la comprensión y el estudio de las naciones y nacionalismos, como actores políticos claves para comprender lo que sucede en nuestro tiempo.

Según Hobsbawm, se deben entender ciertos parámetros para aventurarnos a espiar los pasajes de la identidad nacional:

La nación es un fenómeno reciente en los últimos siglos de la Historia.»El sentido moderno de la palabra, en principio, nos remonta no más allá del siglo XVII, con algunas excepciones precisas».

Por lo tanto al hablar de Estado-Nación, debemos saber de antemano que se trata de una entidad social ligada a cierto tipo de Estado territorial moderno (Hobsbawm 1992: 12-20).

En torno a esto, se ha generado un problema bastante llamativo con las definiciones, dado que parten del establecimiento de un conjunto de criterios que pretenden reconocer a priori una nación de otras entidades, lo que nos coloca frente a los criterios objetivos y subjetivos del problema (iv).

De este modo, para Hobsbawm, «todo grupo suficientemente importante en cuanto al número de sus miembros, que se considere como parte de una misma nación, será considerado como tal». En ese sentido, «para nuestras necesidades del análisis, el nacionalismo es anterior a la nación. No son las naciones las que hacen a los Estados y al nacionalismo; es a la inversa» (Hobsbawm 1992: 19-20). Por lo cual se dan por superadas las primeras investigaciones que sugirieron lo contrario.

En consecuencia, la denominada cuestión nacional, se sitúa en un punto de intersección entre la política, la tecnología y la transformación social.

En síntesis, se deben estudiar los procesos de formación y desarrollo de los movimientos nacionales, los cuales pasan por una serie de etapas: a) una primera fase puramente cultural, literaria y folclórica, b) una segunda fase, donde hace aparición un grupo de pioneros y militantes de la idea nacional, y c) el momento donde emerge el programa nacionalista, cuyos promotores van ahora en búsqueda de un sostén de masas (Hobsbawm 1992: 23). Esta búsqueda de la masa social, es el inicio del proceso de creación de un estado nacional.

Debido a esto, para abordar su estudio como un fenómeno histórico, debemos de entender que se trata de una construcción, esencialmente hecha, diseñada e impuesta desde arriba, confrontándola siemprepor su comprensión naturalizada desde abajo, «es decir, a partir de hipótesis, esperanzas, necesidades, nostalgias e intereses (…) de las gentes ordinarias» (Hobsbawm 1992: 20-21).

Por lo tanto queda expuesta una necesidad de desarrollar estudios comparativos que se inicien desde la cultura y se dirijan hacia las estrategias, producciones y procesos.

Como por ejemplo, la conciencia nacional, la cual se desarrolla de manera diferente por regiones, como el caso ilustrativo de los indígenas Aymaras, los cuales asumen ser chilenos, pero resisten y se manifiestan simbólicamente contra esa condición a través de los ritos, vistiendo los colores de la bandera peruana o reproduciendo sus himnos y canciones del folklore peruano.

En este sentido, creemos necesario resaltar que los nuevos estudios en torno a esta problemática, deben dejar de lado la perspectiva de que los sujetos son consumidores pasivos de la producción cultural impuesta, siguiendo a Antonio Gramsci, se puede señalar que todo hombre es un filosofo que da significancia a los significados hegemónicos y a su realidad, partiendo desde la base de que todo hombre, por el solo hecho hablar, indica que tiene su concepción del mundo, porque el lenguaje es siempre de modo embrionario una forma de concepción de la sociedad, aunque sea inconsciente o meramente acrítica, existe una participación del sentido común, y eso es lo que hace a los sujetos ser consumidores y participes activos de la producción hegemónica (v).

Notas:

[i] Ensayo basado en: Hobsbawm, Eric; Naciones y nacionalismos desde 1780, editorial Critica, España, 1992.

([ii] Estudiante de la carrera “Licenciatura en Historia”,www.no-historia.blogspot.com.

[iii] Anderson, Benedict; Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo, Pág. 203, editorial FCE, México, 1993

[iv] Esto se puede ejemplificar, señalando que hay una perspectiva objetiva principalmente marxista, la cual reconoce que la invención de las naciones corresponden al hecho principal de disfrazar y redimir el impacto de las marcadas divisiones sociales del sistema capitalista. Por otra parte las perspectivas subjetivas, aunque no niegan lo anterior, buscan identificar a los sujetos como agentes sociales de este proceso, el cual como hemos visto, corresponde a un dispositivo horizontal por ende existe un uso que se extiende de lo cotidiano a lo generacional.

[v] Grouppi, Luciano; “El concepto de Hegemonía en Gramsci”, ediciones Cultura Popular, México, 1978.

http://www.gramsci.org.ar/12/gruppi_heg_en_gramsci.htm