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El Centenario de 1910: fiesta en tiempos de cólera

Al leer el programa de actividades del Centenario de Chile, a simple vista, todo indica que fue, ante todo, una gran fiesta. Entre las diferentes actividades que se realizaron: banquetes, recepciones a las delegaciones extranjeras, revelan la preparación de la oligarquía chilena para demostrar que Chile era un país a la altura de los grandes países europeos. La clase alta vivía del constante gasto y lujo –tanto en sus mansiones como en la forma de vestir-, y preparó la conmemoración de los cien años de la Independencia, no exenta de dificultades: por un lado, la muerte de uno de los preparadores del evento, el presidente Pedro Montt, quien murió en Alemania (16 de agosto), de modo que tuvo que asumir el vicepresidente Elías Fernández Albano, que también falleció el 6 de agosto; en consecuencia el cargo de vicepresidente lo asumió Don Emiliano Figueroa Larraín, por lo que fue él, el encargado de encabezar las fiestas de septiembre. Por otro lado, “la crisis moral” que vivía el país, un verdadero período de “anarquía”, que se manifestó en la
degradación del sistema electoral; la degeneración de los trabajadores urbanos y campesinos, viciados en el alcohol; el desempleo; en fin, la crisis se evidenció en la cólera y malestar de las constantes revueltas populares y huelgas protagonizadas por trabajadores industriales, desempleados, artesanos, trabajadores del salitre e inmigrantes de origen
campesino. Súmese a esto, las pésimas condiciones de vivienda en que vivían las clases bajas.

[PDF] El centenario de 1910
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Trabajo que muestra los problemas que estaba ataravesando el Chile de 1910 durante el aniversario de su independencia.

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El poder de la televisión

Bueno, amigos, una breve reflexión acerca de la televisión. El objetivo no es otro que el de compartir ideas u opiniones sobre este poderoso aparato. De antemano, aprovecho de invitar a todos los que visitan el sitio a que aporten, todos tenemos algo que decir. No solamente bajen los trabajos ni resúmenes. Esto va dirigido sobre todo a los estudiantes de secundaria; ustedes son constructores, también, al igual que nosotros, aunque sólo se les reconozca en calidad de consumidores (para los bancos u otro tipo de publicidad).

La televisión es el medio de comunicación de masas que alcanza una mayor difusión, y llega a un mayor número de personas; su poder es difícil de valorar pero, sin lugar a dudas, es enorme. Prácticamente todos los hogares tienen uno o dos aparatos de televisión, y son muy pocas las personas que no le dedican un tiempo diario, que en algunos casos llega a ser de varias horas, los programas emitidos, además, no sólo lo ve una gran audiencia, sino que luego se comentan entre los telespectadores. Nuestra cultura está ampliamente influida por este aparato.

La Televisión acarrea ventajas y desventajas, como casi todo, pero que pueden ser controladas y elegidas por el individuo y que dependen de la forma de ver la «tele», del tiempo que le dedica y de la selección que se hace de los programas. Es y debe ser ante todo un medio de esparcimiento, diversión y entretenimiento, uno se sienta delante de ella para pasar un rato agardable y distendido. Cumple una labor informativa a través de los programas estrictamente informativos o noticiarios, y con los programas culturales aporta distintos conocimientos tanto formativos como informativos.

Pero se trata de un medio unidireccional que envía constantemente mensajes al sujeto sin que exista la posibilidad de replicar o contestar a las preguntas que ésta se pueda hacer. Tiene una enorme capacidad para transmitir ideas e inducir ciertas formas de comportamiento que, a mayor o menor plazo, acaban siendo captadas por el público. Cualquier cosa, a base de repetirse y según el enfoque que se le dé, acaba considerándose como normal. La televisión, pues, condiciona la forma de pensar, transmite ideas que poco a poco acaban siendo apropiadas por los telespectadores (sobre todo los sectores de la derecha, propietaria de la mayoría de los medios de comunicación). Esto es una de las bases de la publicidad, y qué duda cabe, la mejor publicidad que hay, la más efectiva es la que se transmite por la televisión. Pero, por ahora, lo dejamos hasta aquí…

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La crisis de fines del siglo XIX: las incapacidades de la clase dirigente en Chile

El gran problema que ha tenido nuestro país, a lo largo de su historia republicana, es que ésta se ha formado negando, precisamente, el propio país. La consolidación del Estado-nación chileno no logró convertirse en un Estado nacional, principalmente, porque “los chilenos”, de esos años, fueron principalmente las clases oligárquicas. Para Alfredo Jocelyn-Holt, el problema de esta elite es que ésta podía reconocerse como más plural, pero el problema es que aún no aparecía una sociedad plural y moderna, es decir no aparecía una sociedad más amplia con nuevos sectores demandando lo que a juicio de ellos les correspondía.

El deseo de llegar a un desarrollo económico y social, similar a los países europeos, resultó ser mucho más esquivo, gracias a la incapacidad de la elite de no aceptar los nuevos desafíos, ante la explosión productiva y comercial, del que se requería, a su vez, un cambio en las estructuras sociales.

Por tanto, en esta suerte de aparentar lo que “no se es”, la elite protagonista del proyecto republicano, construyó el Estado-nación chileno, bajo cimientos muy frágiles que llevó a que, en distintos períodos de la vida republicana (incluso hoy), aparecieran proyectos con fecha “de inicio y término”, resultantes de la visión parcelada y a “corto plazo” de la clase dirigente criolla.

[PDF] Crisis de la elite chilena S. XIX
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Ensayo sobre las dificultades de la clase dirigente decimonómica chilena para imponer su proyecto.