Al leer el programa de actividades del Centenario de Chile, a simple vista, todo indica que fue, ante todo, una gran fiesta. Entre las diferentes actividades que se realizaron: banquetes, recepciones a las delegaciones extranjeras, revelan la preparación de la oligarquía chilena para demostrar que Chile era un país a la altura de los grandes países europeos. La clase alta vivía del constante gasto y lujo –tanto en sus mansiones como en la forma de vestir-, y preparó la conmemoración de los cien años de la Independencia, no exenta de dificultades: por un lado, la muerte de uno de los preparadores del evento, el presidente Pedro Montt, quien murió en Alemania (16 de agosto), de modo que tuvo que asumir el vicepresidente Elías Fernández Albano, que también falleció el 6 de agosto; en consecuencia el cargo de vicepresidente lo asumió Don Emiliano Figueroa Larraín, por lo que fue él, el encargado de encabezar las fiestas de septiembre. Por otro lado, “la crisis moral” que vivía el país, un verdadero período de “anarquía”, que se manifestó en la
degradación del sistema electoral; la degeneración de los trabajadores urbanos y campesinos, viciados en el alcohol; el desempleo; en fin, la crisis se evidenció en la cólera y malestar de las constantes revueltas populares y huelgas protagonizadas por trabajadores industriales, desempleados, artesanos, trabajadores del salitre e inmigrantes de origen
campesino. Súmese a esto, las pésimas condiciones de vivienda en que vivían las clases bajas.
[PDF] El centenario de 1910
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Trabajo que muestra los problemas que estaba ataravesando el Chile de 1910 durante el aniversario de su independencia.