Con las vacaciones no sólo uno se «despeja» de sus labores sino también el ocio provoca a pensar ciertas cuestiones que rondan por la cabeza. Con la renuncia de Fidel Castro a la presidencia cubana, he querido, esta vez, exponer una breve reflexión acerca de las contradicciones de los regímenes socialistas. Espero que esto sirva para conversar y debatir acerca de este tema.
La rebelión del pueblo contra el estamento burgués se tradujo en nuevas formas de organización social que en algunos casos demostraron su eficacia, pero que en otros resultarían más desastrosas que las del antiguo sistema feudal. Los mayores logros de los sistemas comunistas fueron de tipo colectivo, tanto como la implementación de un nuevo orden social, el derrocamiento durante la Segunda Guerra Mundial de los fascismos beligerantes o la contribución al avance de la ciencia aeronáutica, en el caso de los soviéticos. Sin embargo, los regímenes socialistas fallaron (o mejor dicho, siguen fallando) en aspectos individuales de vital importancia, como la garantía por el poder público de bienes de consumo de primera necesidad o de un nivel de bienestar digno.
Por otra parte, el inicio de los regímenes socialistas inició su andadura de manera no democrática (exceptuando el gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular, en Chile, en 1970) y la prosiguió bajo el autoritarismo. La violencia institucionalizada de los derechos fundamentales del individuo fue una constante del bloque socialista y las medidas de represión que debían asegurar la pervivencia del régimen contra los disidentes, acabaron provocando el rechazo popular (La Primavera de Praga, en 1968). Otras de las causas que precipitaron la caída del comunismo y en la que subyace en la incapacidad de los actuales estados socialistas es el postulado de la igualdad. Hemos visto que en todos los estados socialistas, una pequeña elite disfruta de privilegios tanto más indignantes cuanto que se daban en países de muy bajo nivel de vida, tenemos el ejemplo de Cuba en donde, por ejemplo los artistas no se visten ni comen lo mismo que el resto del “pueblo”.
Por otra parte, los líderes comunistas como Lenin, Mao, Stalin, Tito o el mismísimo Fidel Castro son fenómenos sociológicos, hecho que los teóricos del comunismo no supieron valorar en su justa medida, lo que llevó a crear el “culto a la personalidad”, dejando de lado que ellos tuvieron como misión llevar sus ideales políticos.